OOTD: El que de amarillo se viste...

Pablo Andrés Ramírez -@theitreporter

En su belleza confía... Y nunca se llega a comprender en su totalidad este dicho hasta que lo llevamos a la práctica o, al menos, ese fue mi caso. Decidí refugiarme en este antiguo refrán para atreverme a jugar con el color y atraer esas buenas energías que más que nunca necesito circulando en mi vida.

No puedo creer que ya hayan pasado casi dos meses del 2018... Últimamente el tiempo se va más rápido de lo común, prácticamente se esfuma entre los dedos. Han sido días tensos, de obligaciones, reflexión y a la larga, mucho drama. Debo confesar que la idea de salir de mi "cómodo estado de aturdimiento" me asusta un poco y me hace pensar en una realidad próxima que no sé si esté dispuesto a enfrentar aún.

Así que decidí refugiarme en la ropa, como es costumbre, y hacerle frente a esa horrible nube gris. En mi rack seguía colgado ese suéter oversize color mostaza que compré el diciembre pasado en un arrebato por salir de mi gama de tonos fríos y aventurarme con algo de color. Es chistoso, ya se imaginarán, porque resalta inevitablemente entre las telas oscuras y opacas que cuelgan en cada percha.

El amarillo es una tonalidad a la que se le asocia desde la psciología del color con el optimismo, la espontaneidad, la sabiduría y la creatividad. Era la excusa perfecta para salir de a poco de la pincelada de matices fríos con los que siempre me he identificado. Ahora la pregunta era, ¿con qué podría usarlo? En mi mente empecé a ponerme y quitarme ropa hasta que di con el outfit ganador.

Decidí combinar el suéter mostaza con una clásica trunker jacket de Levi's, -que mi mamá usaba desde antes de que yo naciera y que ahora es una herencia que espero conservar por siempre-, pues tiene un par de apliques en las mangas que hacen un match perfecto con el suéter. Debo aclarar que todos los parches se los añadí hace poco para darle un poco más de personalidad a la chaqueta, intentando reinterpretar esta prenda vintage con las tendencias actuales.

Como quería seguir por una línea más sporty, opté por unos shorts negros básicos y unos tenis color rojo que conseguí por un precio de infarto un día cualquiera en Medellín. El resultado es este conjunto perfecto para un día soleado que tiene potencial de convertirse en una noche de destrucción. Una pinta muy casual e informal, pero que no deja de tener ese no sé qué que me encanta. ¿Qué les parece?