Una mujer fantástica: el espejo de la transfobia en América Latina
Pablo Andrés Ramírez -@theitreporter Natalia Rodríguez Giraldo -@natyrogi89
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entre un 10 y un 15 por ciento de la población mundial pertenece a la comunidad LGBT. Lamentablemente, las mujeres transgénero son las principales víctimas de odio y violencia, una problemática que cada vez silencia más vidas en América Latina.
Tomada de la película Una mujer fantástica
El cine es un espejo de la realidad. Una forma de narrar la cotidianidad que día a día pasa ante nuestros ojos, pero que de tanto observarla se convierte en paisaje. La manera en la cual nos miramos a nosotros mismos a través de las pantallas, logrando simpatizar con el drama ajeno que se enreda sigiloso sobre la vida de los protagonistas. Pero tal vez, y más importante aún, es la herramienta de transgresión perfecta para abrir los ojos frente la crueldad del mundo y reaccionar ante las adversidades del destino.
Pocas son las películas que logran impactarnos desde el primer momento en que oímos hablar de ellas, y que no dejan de sorprendernos por el dramatismo que desbordan cada una de sus escenas. Historias reales que nos hacen erizar la piel por lo desgarradora y amarga que puede llegar a ser la existencia de quienes son excluidos por su naturaleza, y que diariamente deben luchar por el respeto y la igualdad en sus vidas.
Una mujer fantástica (2017) es una película chilena dirigida por Sebastián Lelio y que está en boca de todos, no solo por su trama cercana, sino también porque fue la ganadora del Óscar a la mejor película de habla no inglesa. Un logro que hasta el momento solo había alcanzado Argentina con La historia oficial (1985) y El secreto de sus ojos (2009). Un reconocimiento para el cine latinoamericano y una excusa perfecta para hablar del tema central de la película: la transfobia que sigue reinando en América Latina.
Marina (Daniela Vega) es la protagonista de esta cinta. Una joven mujer transgénero que debe enfrentarse a la muerte repentina de su pareja veinte años mayor, Orlando (Francisco Reyes). Una situación de por sí ya compleja y dolorosa que empeorará cuando la antigua familia del hombre se entera de todo lo sucedido. Ahora la vida de Marina se verá marcada por el odio y la discriminación de esas personas, que ven en ella solo una cómica ilusión que nunca podrá cumplir.
Una película que nos demuestra explícitamente la devastadora realidad de millones de personas trans alrededor del mundo que deben vivir sus días bajo la sombra latente del repudio social. La historia que nos narra la lucha interna de una mujer cuya naturaleza ha sido su pecado original, y que ahora debe reunir fuerzas necesarias para no dejarse desmoronar por las balas que salen de las bocas de sus verdugos.
Hablamos con Andrés Murillo, director de la revista Kinetoscopio, quien opina que la película cuenta con "una actuación bárbara, lo que hace este personaje es muy, muy interesante. Es un rostro que permite una mezcla entre fotografía y maquillaje gracias a la misma actitud de la actriz. Hay momentos que parecen de terror, momentos de sensualidad, dolor, angustia. Es un actuación, muy, muy potente".
La película ha despertado múltiples reacciones entre los asistentes a nivel mundial, y Colombia no fue la excepción. Para Murillo, "no es fácil ver, digamos, esa posición transgénero tan abierta, tan declarada. Entender un poco más allá de lo que puede ser el morbo inicial y realmente incursionar en una sensibilidad, un dolor real, en una relación que para ella significaba mucho. Se siente muy universal y pienso que eso también le da mucho carácter a la hora de pensarse un premio como los Óscar. Colombia está haciendo mucho cine, pero es un cine que queda en casa y no tiene canales de distribución para la región", concluyó.
Y es que la transfobia o el odio irracional a las personas transgénero es lamentablemente más común de lo que desearíamos, y más en una sociedad tan conservadora y religiosa como la latinoamericana. Según el Registro de violencia contra personas LGBT en América de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el 80% de las mujeres trans latinoamericanas muere a los 35 años o menos; quienes por lo general sufren abusos desde muy temprana edad por manifestar su identidad de género.
En una gran mayoría de veces, las mujeres trans que son excluidas por sus propias familias y comunidades, deben enfrentarse a la pobreza, el repudio social y el difícil acceso a la educación y la vivienda. Lo que provoca que algunas se vean forzadas al trabajo sexual como medio de subsistencia, ya que al no tener educación ni medios, conseguir empleo se hace el doble de difícil. Sin embargo, este no es el caso de todas, como el de Marina, por ejemplo, quien trabajaba como camarera.
No obstante, no todas las personas trans viven esa realidad y no hay que ir muy lejos para poder observarla. Tiana es una chica trans de la ciudad de Medellín que afortunadamente ha contado con el respaldo y apoyo de su familia desde el primer momento en que tomó la decisión de afrontar su verdadera identidad. Esto es lo que opina ella respecto a la película Una mujer fantástica.
“Vemos que Marina no es una persona estudiada, que no tuvo oportunidades familiares, que es discriminada, que la ven como una persona desequilibrada, que tiene que acudir a fiestas. Tienen que rallar siempre con eso. O sea no pudieron poner otra persona con otras características, y claro, no la pusieron porque en nuestro contexto es la salida más fácil, la más comercial. Como aporte me parece que es un arma de doble filo y la celebro, pero también la cuestiono mucho por ese lado, porque lo trans no es eso”.
Y es que sería un error generalizar a esta población, pues no todas las personas trangénero han tenido que sortear problemas económicos, familiares o educativos. Tiana es una bailarina de una de las universidades más importantes de Antioquia, vive con su familia y trabaja. Para ella, los prejuicios que recalca la película no son una visión plena de la realidad y, por ende, no puede sentirse identificada completamente con ella.
“La realidad trans no es esa, creo que la condición trans es igual a la condición humana. Todos nos enamoramos, queremos llevar un duelo, sentir rabia, luchar, dar la cara, festejar, llorar. No todas esas características son de una persona trans en específico, son de una persona humana. Entonces, si la vemos desde la perspectiva trans, hay un problema porque está aceptando paradigmas y los está reafirmando y celebrando”.
No es de sorprender que la intolerancia hacia las personas transgénero siga siendo también una constante en Colombia. El respeto por la diferencia, muchas veces es una utopía. Tener gustos, inclinaciones y comportamientos que difieren de los de la mayoría de ciudadanos del país, para muchos es todo un “pecado”, una verdadera ofensa que termina muchas veces en actos discriminatorios e incluso violentos.
Colombia Diversa, organización no gubernamental que trabaja en pro del bienestar y reconocimiento legal y social de la comunidad LGBT del país, señala que: “Si bien es cierto, algunas personas trans e intersexuales han logrado por medio de acciones jurídicas individuales derechos como el cambio de nombre e ingreso de prendas de vestir de acuerdo a su identidad de género en las cárceles, cirugías de reasignación de sexo por cuenta del sistema de salud o respeto por su condición de intersexualidad, persisten grandes vacíos sobre normas que se refieran específicamente a necesidades e intereses trans e intersexuales o para la garantía en el ejercicio de derechos existentes”.
Una investigación realizada por la organización no gubernamental, Transgender Europe, señala que América Latina es la región que registra las tasas más altas de violencia contra la población LGBT, pero paradójicamente tiene algunas de las leyes más progresistas en cuanto a la protección de sus derechos.
Basta mirar, por ejemplo, cómo muchos de los derechos de esta comunidad seguían en medio de disputas legales en Estados Unidos, mientras que en América Latina, se vienen decretando leyes a su favor desde la década pasada. El matrimonio entre personas del mismo sexo, el cambio de nombre e incluso la adopción, han entrado en vigor en algunas naciones de dicha región.
Si la ley amparara totalmente los derechos de una población tan propensa al odio como la LGBT, probablemente millones de mujeres trans, como Marina, podrían salvar su vida del odio y no verla vulnerada por la violencia machista sin sentido. Si dejamos de ver como un tabú algo tan natural como la identidad de género, serán miles de insultos y lágrimas menos para las próximas generaciones en busca de aceptación.